martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 3

    Él, tenía que ser exactamente él. De todas las personas que vivimos en el planeta tierra, con todo los millones que somos, el idiota del ponche tenía que ser mi vecino ¿verdad? ¡Maldito universo, karma o mala suerte! Fuese lo que fuese  lo que había provocado esto estaba en contra mía, estaba claro.
-         ¡Mamá te lo repito no pienso acompañarle a ningún sitio! No hay ninguna manera, ni una remota posibilidad, nada, de que yo acompañe a ese… “ser” a ningún sitio y menos aún presentarle a mis amigos.
-         ¡Cariño, no seas exagerada, vamos ve con el chico!
-         ¡Kayla, Kayla, Kayla! ¿Has oído lo que ha dicho mamá?- dijo Emma con cara de burla y una pedorreta-.
   Perfecto, la plasta de mi hermana acababa de  aparecer en escena. Imaginaros una niña de unos 5 años, a la altura de las caderas, rubia, con caracolitos en el pelo y dos coletas. ¿Muy mona verdad? Pues ahora añadirle los siguientes factores, enfadica, insoportable, mentirosa, cabezota, cotilla…
    Si vale también tiene cosas buenas, pero hay momentos en que no se le puede soportar. Justamente como este.
-         ¡Emma! ¡Emma, no te lo repito otra vez! Ven ahora mismo aquí- estaba caminando hacia la puerta, niña insoportable- ¡Pero Mamá dile algo!
-         ¿Qué quieres que le diga? Tampoco ha hecho nada malo, solo ha sido amable.
Dijo esto riéndose al pronunciar las últimas palabras.
Emma ya había llegado a la puerta la abrió y él estaba ahí plantado como un pasmarote ¿Había estado escuchando la conversación?  Dentro de la casa se había hecho el silencio. Cuando se dio cuenta de que mi madre, Emma y yo le estábamos mirando volvió a mantener la compostura, junto los pies y con un gesto de mano dijo:
-         Em… ¡Hola! – mientras dedicaba una impecable sonrisa a la familia-.
“Hipócrita”  pensé para mí. ¡Ahora encima creería que estábamos locos! Iría hablando por todo el vecindario sobre los gritos que se daban entre ellos los Milton.
-         ¡Hola, hola! Tú eres el vecino nuevo ¿verdad?- dijo Emma dando pequeños saltitos delante de él- Soy la hermana de Kayla, Emma y tengo cinco años ¿sabes? Vivo aquí con toda mi familia, aunque no es muy grande, pasa, pasa.
  
    La manía que tenía Emma de hablar con desconocidos, después de esto, casi con toda seguridad, él podría haber escrito una biografía sobre la corta vida de la pequeña Emma Milton.
-         Tranquila, pequeña- dijo en un tono amigable y cariñoso-toma aire, que te vas a quedar sin respiración, además no creo que sea del agrado de tu hermana.
    Se quedó mirándome de una manera inquisitiva y con curiosidad. Esperaba una respuesta. Me aclaré la garganta y después suspiré profundamente.
   Mi madre intervino en la conversación antes de que yo pudiera hacer mi entrada.
-         Bueno Kayla, olvídate ya de estas tonterías de niña. Ven un momento a la cocina, tengo que hablar contigo.
-         ¡Pero mamá! Es que…
Agaché la cabeza y cabizbaja llegué a la cocina.

-         ¿Kayla de verdad crees que esta es manera de comportarse delante de los nuevos vecinos? El chico solo quería conocer a alguien y mira por dónde cual ha sido tu bienvenida para él ¡Gritos y más gritos! ¿Qué crees que pensará de nosotros?

-         Lo siento mamá, pero él es el chico sobre el que te hable, el chico del ponche, no se disculpó ni por un momento, es arrogante y egocéntrico. Además está mañana ha tenido un pequeño roce con Ashton. ¿Te puedes creer que nos estuvo observando durante minutos?

-         Kayla no seas exagerada por favor… el accidente del ponche solo fue eso, un accidente no hay por qué preocuparse más y sobre el tema de esta mañana solo querría conoceros o disculparse contigo. Así que esto te lo pido como un favor, solo una vez, acompáñalo, preséntale a alguien y olvídate de todo lo de antes.
   ¿Cómo podría no hacerlo ahora? Era un favor, Era mamá. Lo haría pero solo porque ella me lo había pedido. Además mamá no había dicho nada sobre hablar con él, solo tendría que acompañarlo.
-         Está bien, está bien. ¡Pero que quede claro, lo hago por ti! No por él.
    Mi madre me dedicó una de sus sonrisas. Esas sonrisas que tanto me gustaban, que demostraban cariño, aprecio y orgullo.
-         Gracias cariño- me dio un beso en la frente- te quiero.
-         Yo también mamá.
Salí de la cocina. Emma estaba hablando con él.
-         ¿Y tú como llegaste hasta aquí? ¿Por qué te mudaste?
   
Podía oír la vacilación en la voz de él. Después se aclaró la garganta e intentó dar una respuesta.
-         Haber… ¿Cómo podría explicarlo de una manera que lo comprendas? Él problema Emma es que en ocasiones- hizo una pausa y tomó aire- pasan cosas que nadie desea que ocurran y los recuerdos son abrumadores, la nostalgia no te deja vivir, así que tienes que alejarte de ellos, por ejemplo poniendo distancia entre ellos y tú.
   ¿Qué podría haber ocurrido? Se le veía triste.
   Sin darme cuenta me encontraba apoyada en el marco de la puerta del salón, mientras él hablaba había estado avanzando. Avancé hasta el sofá dónde él tenía a Emma encima de las rodillas.
-         ¿Nos vamos?
-         Está bien. Pero –dijo esto con una media sonrisa en sus labios- ¿estás preparada para aguantarme algunas horas?
-         Claro que sí, tengo una gran paciencia.
   Salimos de casa. Es una tarde de invierno fría. De esas en las que ha nadie le apetece salir de casa. Solo lo hace por obligación. Tardes en las que te apetece tomar un buen chocolate caliente, al lado de un fuego o sentarte con un buen libro y pasarte leyendo las horas. Caminamos hacia el centro. Ninguno de los dos decimos palabra. El silencio reina. Una lata de Coca-Cola abandonada en la calzada se convierte en un entretenimiento para él.
-         ¿Entretenido tu nuevo juego?
   Digo sarcásticamente.
-         ¿También esto te molesta? ¡Ah claro, tendré que tener cuidado por si una gota sale de la lata.- dijo mientras daba un fuerte puntapié a la lata- Algo tengo que hacer mientras te dignas a dirigirme la palabra ¿no?

-         ¿Qué? ¿Qué me digne a dirigirte la palabra? – dije con voz incrédula- ¡Pero si ni siquiera conozco tu nombre y ya no te aguanto!

-         ¡Ah! Mis disculpas por no haberme presentado antes.- dijo con sarcasmo. Con un ágil movimiento se subió a uno de los bancos de la calle- Me presento soy Declan Anderson bueno, para ti el señor Declan Anderson.
  Declan, subido en el banco, hizo una reverencia con aire señorial y jocoso a la vez. Definitivamente este tipo se estaba riendo por completo de mí. ¿Iba a ser acaso yo menos? Me subí al alféizar de la ventana, me senté y crucé las piernas.
-  Mi simple presencia aquí debería honrarle señor Anderson – dije con desdén mientras me colocaba el vestido. Era una situación un tanto extraña, sarcástica por completo pero también divertida- Soy la señorita Kayla Milton.
-  No eres ni por lo más mínimo creíble- dijo y tras esto soltó una ruidosa carcajada- Tú, ¿una señorita? ¡Pero por favor! tu carácter es pésimo y no digamos tus gritos, una señorita no se comporta así.
-  ¿Perdona? Soy una verdadera señorita- bajo del alféizar de un salto y me coloco delante de él y la falda del vestido se mueve con el aire y un grácil movimiento, me doy la vuelta girando sobre mis talones y camino decidida hacia delante.
- ¡Ey, espera! ¿Qué pensabas dejarme aquí? –Dijo con un movimiento de brazos- Tirado en la estacada, sin conocer el pueblo, serías culpable de mí desaparición.
- ¿Yo, culpable por perderte de vista? Ojalá pudiera serlo.
   Me estoy acostumbrando a esto del sarcasmo, pensé mientras sonreía. Seguí andando hasta que él de unas cuantas zancadas pudo alcanzarme.
   Después seguimos el camino hasta el descampado. Mike y Kevin, Lacie, Samantha, Jack, Thomas y Gabri, estaban todos allí, llegábamos tarde. Ashton también estaba allí, él tan simple y perfecto, él, mi gran amor. Podía verle allí apoyado a Mike y su sonrisa al verme a la que le respondí con otra.
-         Sabrás que llegamos tarde, ¿verdad? – dije acercándome a Declan y en un susurro- Sí yo caigo, caerás conmigo, ha sido culpa tuya.
   En realidad no lo culpaba de nada. Los dos habíamos estado haciendo el tonto por ahí.
-         ¿Mi culpa? Claro, claro podré admitirlo.
    Dijo con una sonrisa de complicidad.
-         Ya estoy aquí siento el retraso. Ha sido culpa- miré hacia Declan que estaba detrás de mí y le dediqué otra sonrisa-  mía. Os presento a Declan, es mi nuevo vecino.
   Todos se acercaron y saludaron a Declan y él les sonreía a cada apretón de manos, se le veía feliz, cómodo. El último era Ashton, los dos no habían tenido un buen primer encuentro la verdad, pero yo tampoco lo había tenido con Declan y ahora no me parecía tan mal, todo sería tiempo, solo era necesario que se conocieran. Hice un gesto a Ashton mientras hablaba con Lacie, sabría que no pasaría nada pero quería asegurarme.
-         ¡Hola! ¿Declan, verdad? Yo soy Ashton. Siento el roce del otro día, creía que estabas pensando algo malo, no fue mi intención ser tan borde, normalmente no lo soy.
-         Emm… Sí claro. Bueno yo soy Declan, ya lo sabrás eso.
    Declan se dio la vuelta y dejó a Ashton allí parado con la boca abierta, y no en sentido finjido. ¿Cómo podía haber sido así de borde y grosero? Antes cuando estaba conmigo me había parecido un chico divertido.
-         Espera Lacie, tengo que arreglar una cosa. Vuelvo en un segundo, de verdad solo un segundo.
-         ¿Dónde vas Kayla? Tengo que terminar de contarte. ¡Ya van muchas veces que me interrumpes!
-         ¡Sólo un segundo!
    Paso al lado de Ashton y le tomó la mano en señal de apoyo, pero no es el con quien busco hablar. Declan vuelve a estar apartado del grupo sentado en un banco, me siento a su lado.
-         Si se puede saber ¿por qué demonios eres tan borde? Él se ha disculpado, se ha presentado y pretendía ser tu amigo. Ha sido educado y tú a cambio mira como te has comportado. Enserio, no te entiendo. Antes cuando estábamos por ahí me pareciste hasta divertido, incluso creí que podíamos ser buenos amigos. Pero parece que solo fue un pequeño atisbo, una falsa ilusión.
-         Ahora soy yo el que decide Kayla. No puedes decidir por mí quién puede ser de mi agrado o no, eso lo decido yo. Sí, él  pudo haberse disculpado pero no tendría que haberlo hecho si no hubiese sido tan gilipollas.
-         ¿Qué? ¡Pero serás estúpido! Es normal que la gente no quiera estar contigo ¿No crees? Podría probar a ser amable. No es malo ¿sabes?
-         Estoy contento como soy.
   Dijo Declan fríamente. Vaya no tenía palabras, no me lo podía creer ¿dónde estaba el Declan de antes? Él que era agradable y divertido ¿dónde? Este chico tenía un problema de personalidad, un trastorno bipolar, de eso estaba segura. Él aire entre nosotros se cargaba de palabras contenidas, opté por lo mejor, irme de allí.
   Ashton, sí él era la solución para calmarme. Llegué hasta donde se encontraba todavía perplejo por lo sucedido y me abalancé en sus brazos.
-         He vuelto- le dije con una sonrisa.







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