lunes, 30 de enero de 2012

Capítulo 8

   Definitivamente odiaba a este tipo ¡Mirar lo que había conseguido! Kayla había salido pitando de allí y parecía que no quisiese volver a saber nada más sobre nosotros. Bueno, claro, a Ashton si querría volver a verle, estaban juntos y sería lo normal. Ella le perdonaría y todo volvería a ser como antes. ¿Y yo? Yo quedaría desbancado a un segundo plano, de hecho, no me gustaba esta idea, no me gustaba que justo ella me fuese a dar de lado. Confiaba en ella sin saber el por qué y eso que ya me había defraudado una vez, pero seguía creyendo que ella podría ayudarme, cómo el primer día, aunque lo seguía ocultando.
   Por la tarde estoy  tumbado en el sofá del salón sin nada que hacer. Aburrido totalmente. Incluso podría ponerme a contar baldositas y sería más divertido que esto. Me incorporo, la casa parece relajada. Voy hasta la cocina y abro el frigorífico en busca de algo para picar, me rasco la cabeza mientras que rebusco en el interior. ¡Bah! No hay nada interesante, buscaré en los estantes. Finalmente me apodero de un paquete de galletas de chocolate, mis preferidas, las de siempre y así contento como un niño vuelvo al sofá.  Me siento allí con todo el silencio rodeándome, parece que papá y mamá se han ido. Después miro la ropa que llevo puesta, una vieja camiseta y unos vaqueros tan desgastados que solo utilizo para andar por casa. Vuelvo a echarme en el sofá y levanto las piernas. Suena  el timbre.
-         ¡Ya va, ya va!
   Entonces por la ventana del salón se oyen unos golpes.
-         ¡Ey Declan! ¿Hola? ¡Declan - dice gritando – sé que estás en casa! ¡Vamos tío  ábreme! No iras a dejar al pobre Jack en la calle.
    Suelto una carcajada, vaya ¿Jack será tan impaciente siempre?
-         ¡Claro! ¿Cómo podría dejarle abandonado?- grito para que pueda escucharme.
   Camino descalzo hasta la puerta y la abro ¿no hay nadie?
-         ¿Jack? ¿Jack? Vamos tío ¿dónde te has metido?
   Nada, ni rastro de él. Este chico es un caso.       
   Vuelvo al salón y está sentado en el sofá, lo miro perplejo y aturdido y él se da cuenta.
-         Tú, tú ¿no estabas fuera?- digo entornando los ojos.
-         Claro, pero eso era antes- lo dice seguro de sí mismo - pero ahora como ves estoy dentro.
-         Eh… pero… eh… ¿Cómo?
-         Chico nuevo, vaya, vaya, vaya… Te quedan tantas cosas por aprender… ¡Tu casa es planta baja!
-         ¿Y eso que significa?
-         Significa que solo he tenido qué abrir la ventana y colarme por ella. Entiéndeme estaba aburrido y cansado de esperar así que he pensado que sería mejor estar en este cómodo sofá ¿no crees?
    Y empieza a dar saltos sobre el sofá como si estuviera loco, después se descalza y se echa en él con los brazos cruzados detrás de la cabeza.
-         ¿Qué? ¿Está cómodo el señor Jack?
-          La verdad, podría estar mejor ¡Acércame ese paquete de galletas Declan!
   Alarga la mano para intentar darle alcance pero no lo consigue.
-         Claro, sí quieres también puedo cocinar para ti, lavarte y plancharte la ropa y después doblarla ¿quieres? – digo con gran ironía y sarcasmo- ¡Qué no soy tu chacha!
   Cojo un cojín que está sobre el sofá y le doy con él en toda la cara para que se incorpore.
-         ¡Ey! ¿Qué crees?- dice gritando y riéndose- Respeta a tu jefe, Declan.
   Me acercó hacia el mueble bar pero Jack me hace un placaje por detrás que me desestabiliza y me hace caer al suelo.
-         ¡Já! Así aprenderás a respetar a alguien que puede contigo chico nuevo.
-         ¿Ah? ¿Sí?
   Me deshago de él y lo cojo por el cuello que coloco bajo mi brazo y froto mi puño sobre su cabeza.
-         ¡Auh, auch, Auh! Suelta, suelta, vale, está bien me rindo, me rindo – dice levantando las manos en señal de paz.
   Pero en realidad no se rinde y me propina un golpe en el hombre que al principio no siento pero después pica.
-         ¿Quieres más o qué? ¿Aún no te cansaste?
-         No, no, ya me vale, ya acabé.
    Y lo dice sonriente, de verdad se divierte. Me alegro por él, me cae realmente bien. Es un buen chico y hace reír a la gente, además por lo que dijo en el bar, bastante había sufrido… ¿cómo un padre podría llegar a hacer eso a un hijo? ¿Qué pasaría por sucabeza? Nadie se merece soportar eso. Entonces le miro e intento buscar signos de una paliza reciente o anterior y me doy  cuenta que detrás del cuello tiene marcadas  unas yemas e imagino el dolor que esto le ha causado, son recientes. Después miro sus brazos y me doy cuenta de que también ahí ha recibido golpes pero estos no tan recientes y se borran en su piel. He estado un rato mirando y se ha dado cuenta así que avergonzado ha bajado sus mangas hasta el codo para ocultar sus golpes.
-         Lo siento, Jack.
   Y agachó la cabeza flexionando las rodillas, no debería haber hecho eso seguro que le molestó, a mí por lo menos lo haría. Jack permanece callado sentado a mi lado inmóvil, al cabo de unos segundos vuelve en sí, tal vez haya recordado el por qué esas marcas están ahí.
-         No te preocupes, todo el mundo al conocerme se fija en las marcas y me pregunta. Yo solo me limito a decirles una y otra vez la misma escusa “fue un golpe sin importancia” o   “me caí” y ellos me creen o al menos eso me dejan ver. ¿Pero sabes? Creo que con el tiempo me he acabado acostumbrando a sus golpes y sus insultos, él no tiene la culpa lo achaco al alcohol. Antes no era así. Además los moratones se van borrando, y al final no quedan marcas  ni nada.
   ¡Vaya! ¿Cómo podía pensar eso? Escudaba a su padre por pegarle, es decir él seguía queriéndole. No podía creerle. Le escuchaba atónito. Se bloqueaba a sí mismo. Después, apoya la mano en mi rodilla para levantarse y da unas palmadas.
-          ¡Vamos! Levántate y vamos a dar una vuelta por ahí para que te despejes, estás siempre aquí encerrado.
   Y forcejea para obligarme a levantar.
-         No, Jack de verdad, no me apetece, hoy es uno de esos días en lo que no me apetece salir para nada.
-         ¡Bah, aburrido! Te pasas la vida encerrado ¡Aún no conoces a casi nadie! ¡No sales!
-         Si que conozco a gente, te conozco a ti, a Kayla y…
   Hace un gesto con la mano para que continúe y después arquea las cejas en señal de desaprobación. Jack llevaba razón aún no conocía a nadie, esto no me molestaba, ya que no tendía a relacionarme mucho con la gente, pero a Jack si parecía preocuparle así que me tendió la mano para levantarme.
-         ¡Venga vamos lo estás deseando, no te arrepentirás!
-         Está bien pero tengo que cambiarme antes de salir. No pienso salir con esto puesto.
-         Vale, te doy dos minutos, mientras… con tu permiso, o sin él… iré a buscar algo a tu nevera. Tengo hambre.
   Así que se va hacia la cocina ignorando mi respuesta.
    Voy hasta mi habitación de mala gana y rebusco en el armario unos pantalones y una camiseta limpia. Me visto y tengo una idea así que cojo las llaves de la moto que están encima de la mesita de noche y salgo de la habitación.
-         ¡Ya estoy!
-         Umm... sí me gusta tu casa- dice Jack mientras mastica lo que parece ser un trozo de pastel de manzana- tu madre tiene buen gusto.
   Me rio, él siempre bromeando.
-         Anda, vamos, saldré por la cochera, tengo una sorpresa.
-         ¿Sorpresa? ¡Eso me gusta! ¡Dímela!
   Se le ve contento y entusiasmado y empieza a saltar.
   Llegamos a la cochera y palpo la pared en busca del interruptor hasta que doy con él y se hace la luz dentro de la cochera.
   Voy hasta la pared del fondo  y destapo la manta que cubre la moto, allí está,  reluciente, lista para ser usada otra vez.
-         ¡Whoa! No me dijiste que tenías una moto como esta ¡Es una Sporster 50`s!
-         No me dio tiempo a contártelo – dije riendo.
-         ¡Me encanta! Tienes que darme una vuelta,  bueno mejor yo te la doy a ti ¡No, no, no! ¡Tengo una idea mejor!  ¡Me la regalarás!
   Me hace gracia lo seguro de sí mismo que lo dice. Como si pudiera convencerme de ello.
-         Sí, sí venga, seguro, anda súbete y deja de fantasear.
   Me subo a la moto e intento arrancarla. Nada no hay éxito. Bajo de la moto para ver si algo está mal, una válvula está mal cerrada así que cojo una llave inglesa y la coloco hasta que encaja. Vuelvo a subir a la moto y ahora sí que arranca bien, suave, rugiendo y con un buen sonido como siempre que se pone en marcha.
   Jack sube detrás de mí y se agarra al asiento con las dos manos. Olvido cerrar la puerta del garaje así que le hago una señal a Jack para que baje y cierre. Vuelve a la moto y salimos de allí dejando en el aire olor a gasolina y a rueda quemada.
   Jack me hace señas dándome indicaciones de qué calle tomar, guiándome por esas calles que ahora ya me son más conocidas.
   Al final acabamos en una de las calles céntricas, al menos eso dice Jack. Vale, ahora la recuerdo, giramos a la derecha y otra vez estamos en el callejón donde está el bar del tío de Jack, ese simpático y regordete camarero que nos atendió la última vez. 
    Me agacho  para poder pasar por la puerta y ya dentro ajusto mis ojos a la oscuridad del local. Todo el local está lleno de gente de nuestra edad ahora. Gente que charla y ríe con la gente a su alrededor que beben, fuman y se divierten, jaleo y más jaleo. Pero… ¿por qué? No lo entiendo, el otro día estaba totalmente vacío… Jack intenta llegar a la barra haciéndose paso entre  la multitud y le sigo. Conseguimos llegar  hasta la barra y Jack pide dos cervezas pintas y yo mientras saco de mi bolsillo el paquete de tabaco y el encendedor  y enciendo el cigarrillo, aspirando el humo y echándolo fuera lentamente, formando pequeños círculos. Doy un trago a  la cerveza y la saboreo mientras baja fresca por mi garganta.
   Él tío de Jack detrás de la barra se acerca hasta nosotros para saludarnos.
-         ¡Hola chicos! Me alegro de volver a veros por aquí tan pronto.
   Lo dice en voz alta para que podamos oír sobre el ruido de fondo.
-         ¡Claro no podíamos perdernos la cita semanal!
   Jack me pasa el brazo por detrás del  cuello y me da un codazo guiñándome un ojo.
   -¡Ey Declan! Mira esa chica la de la melena al fondo de la barra.
   Miro atrás y la veo allí hablando con otra chica más bajita que ella pero también mona. Sonriendo, esbelta, con una melena larga y oscura, lleva el pelo suelto, vaya si que es guapa, lleva un poco de rímel que realza unos ojos azules y es de piel morena. Me quedo mirándola un poco más y una mirada enlazada se cruza entre nosotros solo por unos segundos. Jack me da un codazo.
-         Es guapa ¿eh?
-         Sí, claro, pero… ahora no tengo ganas de pensar en esas cosas.
-         Pues ella no parece pensar lo mismo no para de mirarte una y otra vez.
   Y no sé por qué pero en este momento Kayla regresa a mi mente ¿Qué demonios? ¿Qué hace ella en mi mente?  Y después pienso en ella… en Adele, ella como era, tan perfecta. Vuelvo en mí y aparto el pasado de mi mente. Las dos chicas se han acercado y Jack saluda a la más bajita la abraza, vaya se le olvidó mencionar que era su novia, y los dos sonríen.
-         Conoces a su amiga ¿verdad?
   Le digo vocalizando mientras está abrazado a la chica.
-         Puede, te dije que te presentaría a gente. Objetivo conseguido.
   La chica morena está al otro lado y finalmente se presenta.
-         Hola me llamo Alexandra, soy la amiga de la novia de Jack.
  Dice señalando a la chica y sonriendo. Vaya más de cerca es aún más guapa, tiene una bonita sonrisa. Ella espera una respuesta, pero me había quedado embobado.
-         Hola, yo soy Declan, amigo de Jack.
-         Pues, encantada de conocerte Declan.

jueves, 12 de enero de 2012

Capítulo 7

    No sabía realmente lo que había hecho, solo, que esto le había causado mucho daño, había despertado un fuego dentro de él, que había estado apagado, algo que él había escondido en lo más profundo de su ser, algo que le hacía rasgaba por dentro.
     Sus palabras retumbaban en mis oídos como si todavía siguiera gritándolas “No vuelvas a acercarte a mí” ¿Qué le había hecho? ¡Nunca debí abrir esa maldita caja de hojalata, nunca! Todavía puedo recordar sus ojos bañados en furia, su voz llena de rabia contenida, fría y tensa, su puño apretado y su mano apretando mi muñeca tan fuerte que aún me duele. No puedo parar de llorar y verdaderamente me gustaría hacerlo pero su rostro sigue grabado en mi mente. Y yo ahí plantada podía ver cómo se alejaba casi echando a correr. ¡Vamos Kayla ve tras él! ¡Muévete no te quedes ahí parada! No, no puedo ¿Qué le diría? ¡Da igual, corre!
-         ¡Declan, espera!
   No podía gritar más alto porque todavía seguía llorando y el aliento me faltaba por la carrera. Él fingía no escucharme. Al fin conseguí llegar a su paso.
Me puse delante de él, intentaba pararle pero él buscaba un hueco con la cabeza gacha para salir.
-         Por favor, para, escúchame. Solo un segundo.
-         No, Kayla, aparta ¡Quiero que me dejes! ¿Qué no entendiste?
-         Solo  un segundo, para Declan.
    Dije esto mientras le sujetaba por el pecho y lo echaba atrás con todas mis fuerzas, aunque no parecían ser suficientes porque él seguía insistiendo en no escucharme. Declan resoplaba una y otra vez y su respiración era muy agitada.  Y al final consigue zafarse de mí y se aleja otra vez con un paso lo suficientemente rápido para no poder alcanzarle.
   ¿Pero por qué esconde esas fotos? Fue muy extraña la forma de comportarse y de reaccionar. Además en ellas aparecía muy cambiado de cómo esa hora, su expresión era menos fría, era dulce. Cada vez que salía con esa niña una sonrisa por parte de los dos protagonizaba la fotografía, se les veía tan unidos. Estaban felices cosa que no había visto en él durante el tiempo que le conocía.
   Ahora estaba totalmente confundida y me seguía sintiendo mal por lo que le había hecho. Volvería a buscarle y tendría que hablar conmigo, no podía dejarle solo así.
  
   Seguí los pasos que había dado, calles callejones, parques… Nada  no había rastro de él ¿Dónde había ido?
   Después de una hora decidí dejar de buscarle y volver al instituto. Había perdido una hora de clase pero no pensé en ello sólo pensé en él, ¿qué le había pasado? Las dos siguientes clases estuve totalmente ausente en mí misma. Sonó el timbre que avisaba del fin de la clase y desprendiéndome de mi ensoñación me dirigí rápidamente al pasillo con la esperanza de poder verle y así hablar con él.
   Busqué por todo el instituto, pero no le encontré. Así que me dirigí a casa pero antes pasaría por la suya. Tendría que plantarle cara a esto no podía quedarse así.
   ¡Buff, hace un frío de muerte al salir del edificio! Me subo la bufanda casi a la altura de los ojos, parece que así estoy mejor ajusto el cinturón del abrigo y camino apresurada. El camino de casa al instituto no es muy largo pero en este tiempo se me hace eterno, pero las calles así son bonitas. Cuando están nevadas se ve todo de una manera diferente, todo más brillante y aunque hace frío por lo menos a mí me hace feliz ver a los niños jugar con la nieve y  cómo la gente va a la pista de patinaje del estanque, también me gusta ver los copos de nieve caer, parecen pequeños diamantitos  que bajan desde el cielo y se posan sobre nosotros. A lo lejos se ve el parque. ¡Ahí está Declan! Sentado en un banco solo, se ve triste. ¿Debo ir? Seguro que le molestaría… pero tengo que hablar con él, debo hablar con él.
-         Vaya, debes estar congelado con el frío que hace.
   Intento ser educada de manera que se sienta bien, pero no obtengo respuesta por su parte, nada, ni un simple monosílabo, así que decido continuar con un monólogo.
-         Declan, de verdad que lo siento, no sé cómo conseguir que me perdones lo he hecho todo. No está bien que estés solo ¿sabes? Me gustaría ayudarte… ¿Cómo podría hacerlo?
-         Vete –susurró de manera casi inaudible- ¡VETE! ¡VETE! ¡VETE!
   Esta vez lo grita tan fuerte que una pareja que pasea al otro lado del parque nos mira asustados. Su cara, no podría ni siquiera describirla, solo encuentro dolor dentro de ella, nunca había visto a alguien así.
-         Escúchame por favor.
-         No quiero.
-         Declan te estás comportando como un niño que solamente da la espalda a sus problemas.
-         ¿Acaso conoces mis problemas? ¿Sabes algo de mí? Aparte de lo poco que te he dicho. Nadie me conoce lo suficiente nadie lo hará nunca.
    Parecía tan vulnerable allí sentado desmoronado totalmente. No sé que responderle, lleva razón yo no le conozco pero en parte el que él esté así es culpa mía.
-         Llevas razón Declan no te conozco, pero vi esas fotografías por un error mío del que me arrepiento y te pido perdón pero estabas tan feliz en ellas, estabas tan cambiado. La niña… - hago una pausa-… era tu hermana ¿verdad?

-         ¿Por qué haces esto Kayla? Yo no te he pedido ayuda, no la necesito. Como he dicho siempre he estado solo y me ha ido bien. Así que déjalo.

-         Necesitas que te ayuden.
    Resopla, traga saliva y respira hondo. Y el silencio se hace. Me quedó mirándole y parece que se esté armando de valor, por fin empieza a hablar.
-         Sí, era mi hermana - ¿era? Vaya, ahora lo entendía-  Murió de cáncer ¿vale? Ya está, y si por te lo preguntas no la he olvidado, no lo he superado y no creo que llegue a hacerlo. Mi hermana pequeña murió de cáncer poco a poco delante de mis ojos y no pude hacer ¡Nada por ella!  Ni siquiera pude despedirme de ella, llegué dos segundos tarde al hospital, ella ya había muerto cuando llegué y los médicos acababan de certificar la defunción. Pero pude ver cómo durante un año la luz de sus ojos se apagaba y como se desvanecía su luz delante de mí, y no podía ayudarle ¡Pude ver cómo la perdía!

   Estaba paralizada. Tenía un nudo dentro de la garganta. Sólo se me ocurría una cosa. Le abracé para que sintiera mi apoyo y él correspondió, le abracé tan fuerte como podía. En ocasiones era la mejor manera de mostrarle apoyo a la persona que se encuentra a tu lado. Y así permanecemos un tiempo, su respiración se relaja y es más acompasada.
-         ¿Kayla? ¿Kayla? ¿Eres tú? – es la voz de Ashton a mi espalda, me giro- ¿Qué haces aquí?
-         Estaba… estaba…
-         ¿Qué tal si te vas, tengo que hablar con Kayla?
   Ashton  se acercó y por supuesto no pensaba guardar silencio, apretaba los puños.
-         Ashton déjalo, no pasa nada, lleva razón  tengo que hablar con él.
-         Ya la has oído.
-         No se te ocurra hacerle daño a Kayla en ningún momento.
-         No lo haría. ¿Acaso tú sí?
    Ahora estaba entre los dos. Notaba la tensión del ambiente cómo una peso sobre mí que en cualquier momento podría derribarme.
-         ¿Quién crees que eres? Desde un primer momento no me caíste bien, mi instinto nunca me decepciona- dice Ashton y yo le dedicó una mirada de desaprobación.
-         ¿Tu instinto canino? Ya decía yo que veía algo de caniche en tus andares y tamaño de cerebro.
    ¿Por qué tuvo que decir eso? Me interpongo otra vez entre los dos y me quedo mirando fijamente a Declan.
-         Por favor… no sigas.
-         ¡Vamos él quiere que te vayas! No se fía de mí como ha dicho. ¡Yo tampoco de él y eso no me importa! ¡Vamos vete!
   Declan subía la voz demasiado. Podía escuchar el rechinar de dientes de Ashton y en sus manos veía la rabia entre sus puños cerrados.
-         ¡Ey! ¿Qué demonios te pasa en la cabeza? ¿Eres retrasado?
    Dice Ashton y con esto le propina un buen empujón que le echa hacia atrás.
-         ¿Acabas de empujarme? Dime, ¿acabas de empujarme?
  Se acercan cada vez más. Declan apretaba los puños hasta el punto de clavarse las uñas y Ashton le mantenía la mirada sin apartarla un segundo. En ese instante Declan me echó hacia atrás y me saca de entre ellos dos, colocándome detrás de él y le propina un puñetazo a Ashton en todo el ojo. Pude ver la cara de dolor de Ashton y cómo toda su cara enrojecía no sé si a causa del golpe o la rabia contenida, al principio tenía cara de desconcierto pero luego él le respondió con otro puñetazo que hizo que Declan se doblase de dolor. No podía soportarlo y grité.
-         ¡BASTA! ¡Basta ya! Creo que ha sido suficiente cómo os habéis comportado. ¿Ya estaréis contentos no?
-         Pero Kayla… - la voz de Ashton decrece conforme avanza la frase ya que no sabe que decir.
   Enserio no podía esperar esto por su parte, y ahora tampoco por parte de Declan después de cómo se había comportado antes cuando estábamos a solas. Me alejo y Ashton me sigue para tratar de pararme, pero ahora soy yo la que quiere estar sola. Así que me alejo corriendo.

  

Notas a la deriva.