jueves, 18 de agosto de 2011

Capítulo 1



31 de diciembre de 1949    
    Millones de lucecitas de navidad semejantes a luciérnagas de colores iluminaban las casas. Camino por la calle, formando una red de pensamiento y caminando tranquila. Todavía se puede oler en el aire el olor a tierra mojada tras la tormenta de esa misma mañana.
Llegué a la fiesta. La verdad no tenía ganas de estar allí. La organizaba la familia Beachel todos  los años en el jardín de su casa, no sabía porque íbamos, casi nunca nos hablábamos y no nos llevábamos bien, así se podía denotar lo hipócrita de los valores de la sociedad, no te hablas con tus vecinos, pero luego todos son verdaderos amigos.
-         En fin…
   Terminé este pensamiento con un suspiro.
   La entrada estaba decorada con un arco de hiedra y dentro  el gran sauce repartía luces blancas por encima de las cabezas de los invitados, parecían miles de estrellitas. Una alfombra blanca adornaba el césped, había mesas blancas con ramos de orquídeas del mismo color. Todo estaba perfectamente colocado con sumo cuidado para que nada sobresaliese más que otra cosa.
     Y allí estaban todos, la verdad que poco me gustaban estos momentos, todo el mundo tan junto y tantos ojos vigilando cada paso que das y no hablemos de los comentarios y risas que podían suceder si tropezabas con algo en el suelo... Al cabo de un minuto conseguí llegar hasta mi familia, estaban acompañados, pero eran desconocidos o eso parecía a primera vista.
-         Hola, por fin he llegado, me entretuve en casa porque tuve que...
Otra vez interrumpida, maldita manía la de mis padres.
-         ¡Hola hija! Vaya si que has tardado estábamos esperándote…-mi padre parloteaba cómo un papagayo cuando estaba con gente ¿sería por hacerse el interesante? Bueno da igual, en tal caso podría desconectar unos segundos mientras mi padre soltaba su discurso- ¡Ah! Lo olvidaba este es Ben y Susan Anderson, son nuestros nuevos vecinos viven en frente de casa y acaban de mudarse con su hijo. Ben, Susan os presento a mi hija Kayla. Vamos cariño saluda a los Anderson.
    Ben debía tener sobre 45 años era alto con unos bonitos ojos azules claro, pelo corto moreno pero con raíces canosas, era un hombre elegante, de porte distinguido y parecía ser agradecido por la vida que le había tocado vivir. Las arrugas alrededor de sus ojos, denotaban una vida de trabajo, pero la vitalidad en ellos también reflejaba una gran felicidad . Susan, sin embargo era una mujer que sinceramente, no aparentaba su verdadera edad debería rondar los 40 pero aparentaba unos 35, tenía el pelo largo, color caoba y ondulado, rasgos definidos pero no puntiagudos y armoniosa voz, al igual que su marido tenía un porte elegante y distinguido, pero no tan serio, ella parecía ser más… ¿cómo decirlo? Más maternal, esa era la palabra, en su ojos podías ver el cariño y el afecto que mostraba a su familia, el trabajo que había hecho por ella.
    Parecían la típica familia perfecta que se sientan frente al fuego mientras la madre prepara la cena y el padre lee las noticias del día en el periódico. La típica familia que no sale de los planes establecidos, que se ruboriza por cualquier inconveniente, aunque Susan era diferente, sí que encajaba en ese perfil, pero no de esa manera, era como he dicho anteriormente más maternal. Seguro que el hijo sería el típico niño pijo, que va de guaperas, restirado, con el pelo engominado… ¡Uff, no los aguanto!
- Bienvenidos  al barrio señores Anderson.
    Y les dedique una sonrisa que les inspiraría confianza.
-  Muchas gracias Kayla, la verdad es que hemos tenido una buena acogida, es un barrio humilde, con gente bondadosa. Él que no está tan bien es nuestro hijo, Declan, no conoce a nadie y dejó a sus amigos allí, además tampoco hace el esfuerzo… en fin… no consigue adaptarse o al menos le está costando más que a nosotros, la verdad es un poco tímido - dijo Susan-.
   - Kayla tú tal vez… podrías hablar con él, presentarle a tus amigos, invitarle a algún sitio ¿verdad?
    Bien… mi padre me acaba de adjudicar un paquete… Bueno, ¿qué digo un paquete? Me acaba de adjudicar un cargo, un inadaptado social, alguien sin vida propia, seguro que es de esos que nunca hablan, pero luego te la dan por la espalda. En fin… ahora no podía decir que no y dejar mal a mi padre. Tendría que sopórtalo.
-          Claro, puede venirse cuando quiera. Seguro que se divertirá.
-          Gracias Kayla, le diré que mañana a las 5 vaya a tu casa así os podréis conocer.
    ¿Qué? ¿Cómo? ¿Estaba de broma verdad? Yo ya había quedado a esa hora… Había quedado con Ashton, ahora tendría que cancelar todos los planes. ¡Cada vez me caía peor Declan, y eso que no lo conocía de nada!
-         Papá, tengo que irme enseguida vuelvo, tengo que hablar una cosa con Ashton.
-         Claro, hija, no vuelvas muy tarde.
Se despidió de mí con un beso en la frente.
    Miraba por encima de las cabezas, pero nada ni rastro de       Ashton ¿Dónde se habría metido? Me acerqué hasta la mesa de ponche, mientras bebería algo. Un chico se acababa de echar un vaso lleno, iba elegantemente vestido, era castaño de pelo corto, ojos verdes, alto, debía rondar los 19 años. Cada vez se acercaba más y  entonces... ¡Pam!
-          ¡Vamos perfecto! Esto era lo único que me faltaba para empezar el año nuevo con buena pata. ¡¿Por qué no miras por dónde vas!? ¡Ten, un poco de cuidado!
    Miré hacia arriba, le miré a los ojos con una mirada de odio. ¡Me había estropeado el vestido! Ahora solo se me ocurrían adjetivos para él: torpe, estúpido, descuidado, imbécil…
-         ¡Ey! Tranquila respira que te va a dar un ataque al corazón, tan poco ha sido para tanto, eso se quita lavando…
-         ¿Qué acabas de decir?- me acababa de dejar a cuadros... me estaba volviendo psicótica - ¿Enserio crees que una mancha de ponche desaparece lavando? ¡Tú eres tonto! – le grité esto a la cara y todo el mundo alrededor nos miraba. Yo me empezaba a ruborizar por la situación- Mira lo que has conseguido ¿contento?
-         ¿Cómo que contento? Tú deberías haber tenido más cuidado, haber estado atenta por dónde ibas, nada es culpa mía, tú te plantaste en mi camino… De todas maneras lo siento ¿te sirve?
-         La verdad no.
    Digo esto con voz de gran enfado me doy media vuelta con desdén y me alejo de ese tipo. Vaya lío se ha montado en unos minutos.
    Sigo buscando a Ashton entre la gente. Por fin lo consigo ver, está ahí apartado de la gente apoyado en un árbol. ¿Estará esperándome?, ¿Sabía él que lo estaba buscando? Corro entre la gente que se abre paso al comprobar la velocidad de mis piernas. Ashton es tan ideal, es guapo, inteligente, cariñoso… y podría seguir así hasta asignarle mil buenos adjetivos. Salimos desde hace dos años. ¡Es tan perfecto! Llego por detrás de él y le tapo los ojos, con un suave gesto.
-         ¿Quién soy?-digo con voz divertida-.
-         Umm… no sé, ahora mismo no caigo… podrías ser… no sé definitivamente no caigo.
Noto como es su cara se forma una sonrisa aunque no lo esté mirando.
-         ¡Claro que sabes quién soy tonto!
    Le destapo los ojos y me echo en sus brazos. Él tan cálido como siempre. Sonrío.
-         ¿Dónde te habías metido? Te he estado buscando toda la noche.
   Lo dice en forma de reproche, como un niño pequeño.
-         ¿Tal vez fui secuestrada? Claro ¿cómo no te ibas a preocupar por mí? Me quieres tanto… - digo como una niña enfadada-.
-         Te quiero.
   Me acobijo en su beso, intenso, apasionado, cálido.
-         Venga, vamos a ver los fuegos artificiales, estarán a punto de empezar.
     Caminamos de la mano juntos y a paso tranquilo, no tenemos prisa de llegar, solo queremos estar juntos. Eso es lo que me gusta de él, no tiene prisa para nada, no tiene planes y aunque esto suene un poco loco, y él lo es, es una buena idea. Los dos no tenemos planes de nada, si alguna vez se nos ocurre algo lo hacemos y se acabó.
    Llegamos hasta la colina, nuestra colina. La colina es un lugar apartado del barrio. Es una explanada en el bosque más alta que la mayoría de la ciudad y desde la que se ve toda ella. Las pequeñas luces de cada ventana encendida, y la vida de esas miles de personas frente a nuestros ojos.
   Es nuestro sitio, casi siempre estamos allí. Es un lugar tan bonito, lleno de magia, es por así decirlo, especial.
   Me quedo mirándole a los ojos y él hace lo mismo. Estamos sentado en mitad de la noche a oscuras los dos solos, solo se perciben nuestras siluetas.
   Miro hacia arriba, al cielo y de repente los fuegos artificiales lo iluminan todo. Rojo, azul, verde, blanco, amarillo… y así los colores van iluminando nuestros rostros.
Me acerco a su oreja y le susurro.
-Feliz año, cariño.
- Seguro que lo será.
Sonrío con un aire pícaro y confundido.
-¿Y por qué estás tan seguro de ello?
- ¿Cómo no voy a estar seguro? Estás a mi lado con eso me vale.
Le beso, un beso dulce mojado y de colores. Me levanto y empiezo a gritar.
-¡¡ FELIZ AÑO 1950!!
Grito a más no poder, un perro aúlla en la noche, y estallido de felicidad se oye detrás de nosotros, son los vecinos.
    Ashton me coge de la cintura y me acerca a él. Aunque no le vea la cara noto su sonrisa. Me hace un gesto para que baje la voz. Intento revolverme entre sus brazos y caemos colina abajo rodando. Solo nuestras carcajadas rompen el aire de la noche en la colina.
    Por fin paramos de rodar. Me quedo apoyada encima de él con mi cabeza en su pecho, puedo sentir cada latido de su corazón ahora desenfrenado por la caída.
-         Prométeme que nunca te separarás de mi lado y que este será un gran año.
-          Prometido.
   Sellamos este pacto con un beso. Siento su respiración y poco a poco me quedo dormida.
-         ¡Ashton! ¡Despierta! Tenemos que irnos y rápido.
-         ¿Por qué tan rápido?
Dice mientras se despereza.
-         ¡¿Te has fijado en la hora que es?! Son las 2 de la mañana.
-          ¡No puede ser…pero si hace solo un momento eran las 12!
-          Nos hemos quedado dormidos- digo mientras recojo las cosas del suelo- Si no quieres que mi padre te mate vámonos.
     Corremos hasta llegar a la parte de atrás de casa. Hago un gesto a Ashton para que este callado. Abro la puerta de atrás con sumo cuidado, deslizando el pestillo silenciosamente. “Clac” lo conseguí esta abierta.  Salgo con  pasos pequeños, apresurados, silenciosos hacia la casa, ya llego por la mitad del jardín paso el columpio, parezco una ladrona y me rio en mis adentros. Entonces oigo la voz de Ashton detrás de mí.
-         No te has despedido de mí.
Hablamos en susurros.
-         ¿No puedes aguantarlo por una noche?
-         Está claro que no. ¿No me ves aquí?
  

   Un paso, él da otro, cada vez está más cerca. Pongo mis brazos alrededor de su cuello, él me coge por la cintura ¡Y los aspersores saltan de pronto! Empapándonos por completo. La luz del comedor se enciende.
-         ¡Mierda! Mi padre está despierto… ¡Vamos vete, por la puerta de atrás!
-         ¿Al final no te despides de mí?
-          Vamos tonto vete.
   Le guiño un ojo y le dedico una sonrisa mientras se lo digo-.-  Vale, vale está bien ya me voy.
    Se agacha hacia la oscuridad y escapa por la puerta. Sigo mirándolo hasta que la puerta se cierra. Me quito los zapatos y  salgo corriendo hasta la puerta. Noto el césped empapado en las suelas de mis pies. Llego hasta la puerta y justo antes de coger el pomo la puerta se abre.
-         ¡Hola papá! - digo mientras las gotas de agua resbalan hasta el felpudo- ¡Vaya! los aspersores se encendieron por casualidad y mira como me he puesto.
    Intento sonreír para que vea que estoy avergonzada y lo siento.
-         Madre mía, venga pasa, ¡Estás empapada, hija!
Él es tan comprensivo. 

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